Emigrante es casi sinónimo de español: pocas sociedades (salvo la irlandesa) han tenido que renunciar tan dolorosamente a abandonar la tierra propia, la familia y la en torno a amigos por, simplemente, intentar sobrevivir marchando a lugares desconocidos y lejanos.
Hambre pura y dura! Swift lo explicó bastante bien a su “Modesta propuesta para acabar con el problema de la hambre en Irlanda” que consistía, simplemente, en que la gente se comiera sus bebés para tener un alimento que llevar a la boca y, al mismo tiempo, reducir el número de hambrientos.
Vale la pena recordarlo porque, previsiblemente, el fondo de la próxima campaña electoral será el racismo y el odio al emigrante que llega. Tendremos que preparar un discurso sólido porque es un debate falso pero que nos será impuesto y fácilmente colará (como el catalanismo en su momento). La gente tiene miedo y es fácil culpar a unos “culpables” marcados y asumibles.
Vale la pena recordar que la emigración es consecuencia de la injusticia severa. Y de esto tenemos suficiente experiencia por aquí como para comportarnos como “nuevo ricos” olvidando la realidad que hemos vivido y vivimos… para mirar mal a los que, a pesar de saber como las gastan Rajoy&Asociados, están tan jodidos como para intentar llegar aquí.
Centenares de miles de españolitos y españolitass han viajado en el pasado hacia América, hacia Euskadi o Cataluña, hacia Europa … buscando sociedades menos injustas (no era nada difícil encontrarlas), donde incluso las personas menos valoradas pudieran vivir con una mínima dignidad (un lujo, aquí, de siempre).
El modelo español es el de hombres, a menudo sin ningún estudio o una formación profesional mínima, con ningún conocimiento de una lengua que no fuera la propia, en una época sin los actuales sistemas de comunicación, que viajaba a otra galaxia… para trabajar en trabajos ingratos, con salarios mínimos y descansando en camas que se mantenían siempre calientes…
Todo esto parece que no lo recordamos, incluso cuando la crisis que nos acaban de manufacturar, obliga a los jóvenes a huir, a buscarse la vida donde sea (afortunadamente, en unas condiciones humanas infinitamente mejores).
Así que no matamos el mensajero y centrémonos en el mensaje. Ninguna persona abandona su hogar si tiene una mínima posibilidad de supervivencia. Lo hace forzada por la necesidad. Y la solución se acabar con la injusticia aquí y allá. Frenar el golpismo social que vivimos aquí y recuperar las ayudas a los que viven allá, llunys de nuestras actuales fronteras.
Porque el debate no puede ser emigración sí – emigración no, sino injusticia sí – injusticia no. Es si podemos soportar pasivamente una sociedad cada día más injusta que obliga a la emigración propia y visitante. Si tiene sentido aguantar que la gente que nos hace cada día más pobres… todavía pruebo de empobrecernos más mientras, al mismo tiempo, busca mano de obra más necesitada para hacer esquirolage masivo… clamando (para esconder los problemas reales) contra la emigración que viene a comerse las migas de nuestra “sociedad del bienestar”.
Resumiendo, el emigrante no es quien nos hace pobres ni nos hurta los derechos. Porque no nos centramos en el que sí son los responsables, aquellos que tienen la sartén por el mango y todavía nos quieren liar?